Tus pasos pisaban ya la Tierra mientras mi aliento aún vagaba el universo.
¿Te imaginas? Yo en otro sitio y tú aquí descubriendo el mundo.
Nunca pensaste que yo desde lo lejos, desde no sé dónde, ya te observaba.
Mi aliento pedía ser parte del tuyo.
Así llegué a este mundo, mi razón de estar en esta Tierra,
desde antes de nacer, desde un principio, desde siempre... fuiste tú.

¡Ah! Pero la vida nos cambia, nos da golpes que nos desorientan y en ocasiones nos confunden.
Siendo mortales llega la amnesia de nuestra verdadera esencia y dejamos al olvido nuestra meta:
complementarnos con la pareja correcta y fundirnos en un ser perfecto ante los ojos del infinito.

Antes de estar aquí no estábamos muertos, y mucho menos moriremos a la hora de cerrar los ojos.
No, la gente no muere, tan sólo se aparta de este mundo.
Así, tú y yo estaremos siempre juntos, aún más allá del sueño eterno al que la humanidad teme.
Déjame conducirte por la eternidad que está siempre a nuestro alcance.

Años ha que tú adelantaste el viaje, y llegaste antes que yo,
aún así, Dios volvió a unir nuestros caminos en el momento justo.
Hoy estoy a tu lado en espera de recuperar el tiempo perdido.
Quiero que compartas conmigo tu pasado entero,
que vivamos al máximo este presente hermoso
y afrontar todo aquello que venga en el futuro.

Compartamos nuestras penas y alegrías y triunfos y victorias y virtudes y defectos y santidades y pecados y sueños y pesadillas.
Nuestra vida entera y ¿por qué no?
También el momento de cerrar los ojos a este mundo para mirarnos más allá de lo que nuestra mente, lógica y razón conocen.

Te invito amor a quererme siempre,
a que bebas conmigo este elixir divino del amor verdadero y puro.
Bebe de mí este aliento que Dios ha depositado en mi alma para calmar tu sed,
y déjame probar de ti para calmar la mía ...